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¿QUIÉN HABLA POR LOS OTROS?

Los poemas de "Otra/parte"

 

 

No sé si sea sólo beneplácito lo que experimento al leer la obra de Pedro Arturo Estrada, “Poemas de Otra/parte”, o más bien un sentimiento de justicia lo que me llega en su voz. Seguramente no digo nada nuevo porque siempre se habla de que el poeta debe ser una voz crítica frente a su sociedad, frente al estado y frente a la vieja costumbre de morir, como decía alguien; sin embargo, en los textos abordados todos estos días, me estremecí por el dolor que hay en cada palabra puesta con dedicación, profundidad y rigor por parte del autor.

 

Cuando leí a Pedro Arturo, inmediatamente vino a mi cabeza el poema “En este mismo instante” de José Agustín Goytisolo. Ambos tonos poéticos convocan la solidaridad de los hombres para con ellos mismos. Estoy segura de que hemos vivido y cavilado tanto el asunto de la guerra que no acertamos ya a verla desde otros ángulos, a separarla de su contexto anecdótico, sobre todo a la hora de escribir sobre ella. En este libro vale la intención de abordarla en un tono más parco, menos explícito tal vez que, al mismo tiempo nos ofrece una mirada interior en torno a ese dolor sin fin que puebla el aire y parece envolver incluso todo lo demás que el poeta va nombrando. La vida está ahí, sí, y también ella hace presencia aquí tras esa atmósfera desolada en los rostros que adivinamos al fondo, a veces en una mujer, otras en una muchacha, un hombre que resiste a la náusea o un paisaje al sur donde morir es lo corriente. La vida misma que no oculta su horror, sus cuencas vacías, el grito del silencio, de las víctimas y aun la desesperanza de muchos, pero la que también permanece y no se detiene en su transcurrir.

 

Pedro Arturo habla por otros, por aquellos que fueron silenciados, violentados. Sus poemas registran esas voces. Nombran a quienes siempre citan en las noticias, pero lo hacen con el amor y el sentimiento de un hombre que los ha acompañado en ese morir, desde su corazón, bajo la crueldad y la violencia, y continúa increpando, señalando, oponiéndose con su palabra, su lenguaje hermosamente sabio y sencillo, a la cotidianidad del despojo, del miedo, la amenaza, el absurdo armado aprobado y ejecutado por quienes tendrían más bien que conciliar y solucionar.

En la primera parte, “Morir al sur”, se destaca entonces este motivo esencial de la muerte, el terror, la agresión a la mujer, a las “muchachas” y su tránsito amargo en el horrible territorio de la guerra: “Una mujer busca los huesos perdidos de su hijo / y en ellos / a ella.”, pero no obstante, aparece igual cierta ironía sutil que deja entrever la oculta fortaleza que permite la poesía: "No saben cantar, no entienden / la música, no leen. Pero se ríen con sorna de nuestros cantos, / de la música, de nuestros libros. // Nos traen la guerra, clausuran la fiesta, cierran todas las ventanas (...) Pero alguien a punta de palabras, / sigue horadando / en lo oscuro".

 

En la segunda y tercera parte, aunque la atmósfera varía y se interioriza, todavía lo incierto se mezcla al tema de la mujer, como una obsesión. Y es entre otras presencias por ejemplo, la figura de las muchachas lo que para el poeta se constituye aún en el símbolo de la vida que vuelve, pese a la desolación y la muerte.

En otros textos el poeta aborda el amor o el desamor desde otra arista, se nota ese cántico dulce a la soledad, incluso, se percibe un “renunciamiento” al amor como ideal perfecto, único; se advierte una cierta resignación, serena y segura, posiblemente heredada en cantidades intangibles de sus maestros José Manuel Arango, Fernando González, Rainer María Rilke, a quienes en la última parte de su libro les rinde homenaje a través de sus palabras.

 

Tratar de escribir en pocos párrafos las sensaciones y los asombros encontrados en su poesía, es bastante complejo. De todos modos, podría anotar como conclusión que los “Poemas de otra/parte” están en todas partes y pertenecemos a ellos, solo que hay que liberarnos del estereotipo de que los buenos poemas siempre deben ser enredados, academicistas o citando autores, frases en otro idioma o palabras rebuscadas.

 

Me quedo con la poesía de Pedro Arturo que es límpida, verdadera, aguda, sin pretensiones, y que en su momento más profundo hace justicia a aquellos olvidados de siempre.

Texto publicado en la página de "Fuerza de la Palabra" - Noviembre de 2012

Imagen portada libro - tomada de internet

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